Adiós Banco de Leche
- aymamucha
- 2 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 5 may
La historia de Cami @camila.9.5
Me remonto al día en el que tomé la decisión: TENGO QUE EMPEZAR A GUARDAR LECHE, tengo que hacer mi propio banco de leche. Ya no me podía hacer la distraída. Mi licencia por maternidad estaba cerca de su fin y entre la culpa, la incertidumbre que me inundaba y el corazón un poco estrujado pensaba "si toma mi leche es como si estuviéramos juntos", como si eso fuera un consuelo, ¿no?.
Empecé a buscar información de profesionales, empecé a leer, mirar videos, escuchar experiencias. Pronto parecía ser una experta en características de sacaleches, esterilizadores y mamaderas.
Gota a gota empecé. Cada mañana, tarde y noche me sentaba con ese bendito aparato colgando de mis dos tetas, mientras mi bebé esperaba por fin su turno (porque en el medio, claramente él tomaba). Cualquiera que lo viera de afuera diría: -esta mina está loca. (Era lo que yo pensaba en ese momento). Costó, pero lo hice.
El placer y la satisfacción fueron enormes. El agradecimiento hacia mi cuerpo fue desmedido. ¿Cómo no sentirme así? Después de tanto criticar a mi cuerpo puérpero por fin pude verle algo hermoso y decirle GRACIAS y PERDÓN.
Arranque a trabajar, todo marchó bien. Mi hijo tomó poco y nada de la leche que yo guardé. Él prefería esperarme y tomar directamente de la teta.
Al comenzar mis vacaciones, como ya se pasaba la fecha de almacenamiento tiré gran parte de la producción pero guardé algunos frascos en el freezer, sin entender muy bien para qué. Hoy me animé a sacarlos para tirarlos de una buena vez. Cuando se fue descongelando lo agarré entre mis manos y -como una especie de ritual- dejé fluir la leche entre mis dedos y no pude hacer más que decirme a mí misma: -GRACIAS, GRACIAS y GRACIAS Lo hiciste, lo lograste. Sos inmensa.